Viajar

No está de más de vez en cuando conocer Nueva Delhi, o Bangkok, ciudades complejas, ver la muralla China, andar por Europa del Este pero…

Edimburgo

Cuando cursaba el cuarto grado de primaria, mi maestra de entonces, rubia, alta, fina, _una ‘barbie’ pues_ aunque con mal carácter; se embarazó y pidió días de descanso más o menos por estas fechas creo recordar. La sustituyó el profesor Armando, no era alguien del todo agradable y hablaba como cortado, así como el gato Silvestre; nada más llegar al salón de clase empezó a hacer preguntas, uno a uno inquirió, qué quieres hacer cuando crezcas era una de las preguntas, siempre me puso nervioso ese tipo de actividad en los salones de clase, pero mi respuesta fue clara “viajar y conocer el mundo”.

No tengo nada contra quienes han estado en muchos países, ciudades, lugares; más en estos años donde de todos los viajes se entera uno por las redes sociales, la crítica va en el sentido que vas a lugares remotos, un día, dos, una semana a lo mucho, y qué traes un llavero, una foto, un bonito recuerdo, alguna mala experiencia y nada más.

El profesor Armando, buena gente, cómo eran antes los maestros, contestaba cortés a cada uno, tengo presente lo que me dijo esa vez: ¿quieres viajar y conocer el mundo?, lee libros.

Aquí pocos me van a discutir, pero casi puedo decir que conozco la calle calle Götgatan, sé la vista que tenía uno de los departamentos en los que vivía Lisbeth Salander, de la serie «Millenium», o puedo saber del ‘7 eleven’ donde compraba su pizza congelada, o su café y muchos detalles más esto sin haber nunca viajado físicamente a Estocolmo, Suecia.

De igual forma Seattle se puso de moda con los libros de ’50 sombras de grey’, el perfil de la ciudad descrito claramente, el vuelo en helicóptero, los lugares donde vivía Ana, la carretera de ida y regreso a la ciudad, la vista al bajar del paracaídas y cosas de esas.

Tuvo razón el profe, al decir eso de leer libros es viajar, a lo que voy es que no está de más de vez en cuando conocer Nueva Delhi, o Bangkok, ciudades complejas, ver la muralla China, andar por Europa del Este, y aún tengo la inquietud de conocer.

Pero leer libros va más allá, no solo conoces lugares, caminas en ellos, lugares que muchas veces no existieron más que en la mente de escritor, puedo decir que conozco la Francia de “El Día del Chacal”, el Lóndres mágico de la serie de Harry Poter, y no precisamente por las películas, el Edimburgo o Lóndres de Robert Louis Stevenson, en su clásico «El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde», no me quedó claro en qué ciudad era, pero era oscura con toda esa gente viviendo abajo de los puentes y túneles.

Qué decir del París del Jorobado de Notre Dame de la novela de Víctor Hugo; Macondo de “Cien Años de Soledad”; eso pasa cada ves que leo una buena novela con sus lugares, reales o imaginados, bien descritos, eso cómo si hubiese estado ahí. Eso es leer.

Así, cuando alguien me pregunta que si a donde he viajado, cómo contestarle que he estado en la tierra media de la trilogía de “El Señor de los Anillos”, y de “El Hobbit”, Italia y Nueva York de “El Padrino”.

Aunque después de haber leído la trilogía de “La Fundación” con Trántor y otros 10 o 20 libros de Isaac Asimov, ya nada fue igual.

Y no, no cambio por nada caminar en la nieve en Colorado, o por las atestadas calles del Centro histórico de la Ciudad de México, aunque fuera solo un ratito.

Felices vacaciones a todos.

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